El cuento de Alba y Josep
Érase una vez…una chica llamada Alba, era febrero de 2011 y su teléfono móvil comenzó a vibrar; su amiga Yolanda la invitaba a cenar con ella y su marido Jordi. Él también era un gran amigo, le había conocido en 2003 y desde entonces siempre salía con su grupo, de hecho, tan bien se llevaban que Alba fue la que le presentó a Yolanda e hizo que surgiera el amor entre ambos. Alba contestó rápidamente a su amiga: “Iré, pero más tarde, ya tenía planes para cenar”. Después de la cena Alba apareció en el restaurante Joali donde habían quedado y cuál fue su sorpresa al comprobar que la pareja no estaba sola.
Un chico estaba sentado en una de las sillas, sabía perfectamente quién era y se sonrojó. “¿Qué hace Josep aquí?”, se preguntó mientras se acercaba a la mesa. Conocía a Josep desde hacía mucho tiempo, era primo de Jordi y habían coincidido en muchas fiestas, cumpleaños e, incluso, en alguna boda. Yolanda y Jordi se miraron con una sonrisa de pillos al ver la cara de sus amigos.
“Chicos, os tenemos que confesar una cosa”, comenzó Yolanda, “hemos montado esta cena para que por fin os deis cuenta de que estáis hechos el uno para el otro”. Josep y Alba se miraron y se echaron a reír.Es verdad que hacía tiempo que ambos se atraían, pero hasta ese momento sus vidas se encontraban en puntos diferentes.
Los cuatro comenzaron a charlar y cuando quisieron darse cuenta Alba miró el reloj y les dijo: “Lo siento mucho, tengo que irme, he quedado con unas amigas”. Al escucharla Jordi saltó: “Hombre Josep, pues la podrías acompañar, ¿no?”. Él miró a Alba y para su sorpresa contestó: “Yo la acompaño donde ella quiera y donde ella me diga”. La sonrisa de Alba no podía ser más grande y le siguió el juego: “Ahora la has fastidiado, te tienes que venir conmigo si o si, no me puedes dejar sola”. Como había prometido, Josep acompañó a Alba y a sus amigas aquella noche. Tenían que reconocer que se lo estaban pasando en grande y que la encerrona de Yolanda y Jordi no había estado tan mal. Alba llegó a casa después de aquella noche y lo primero que hizo fue escribir a Josep: “Ya he llegado”. “¿Seguro? ¿Seguro que has llegado?”, le contestó Josep.
Al minuto el teléfono de Alba comenzó a sonar: era Jordi. Descolgó el móvil y durante más de tres horas estuvieron hablando de lo bien que se lo habían pasado aquella noche. “¿Cómo no se nos había ocurrido antes quedar solos?”, comentaban entre risas.
Desde aquel día las llamadas y las charlas eran cada vez más frecuentes. Apenas dos días después de aquella noche, se encontraron en un bar. Alba estaba bajo el aire acondicionado y tenía mucho frío. “Anda, vamos a cambiarnos de lado, por favor”, le dijo a Josep. “No”, contestó él, “no, porque todavía no hace suficiente frío para que te pueda abrazar”. Alba esbozó una tímida sonrisa y le contestó que ya estaba helada.
Josep se acercó a su lado, la rodeó con sus brazos y la besó. Nada más separarse le dijo: “Que pena porque ahora mismo me sobre toda la gente que está alrededor”.
Aquel fue su primer beso, pero no el último. Desde aquel día su relación fue a más. Querían ir despacio para conocerse, pero hacían lo imposible para quedar y verse. Alba pedía salir antes del hospital para hacer un café con Josep en la escuela donde estudiaba y viceversa. Entre semana era complicado así que aprovechaban el fin de semana para estar juntos. Alba vivía sola desde hacía tiempo y Josep la visitaba siempre que podía. La primera noche que se quedó a dormir en casa de su chica, Josep quiso sorprenderla. Le encantaba la papiroflexia y antes de irse de su casa a la mañana siguiente creó para Alba una rosa de papel con una nota que ponía: “No es tan bonita como tú, pero es imposible hacerla así ;)”. Al volver del trabajo y ver el regalito Alba se emocionó, le encantaba esa faceta de Josep.
Los meses pasaron y su relación cada vez era más solida. En junio de aquel año la hermana de Josep se casaba y fue entonces cuando se percataron de que su relación había cambiado. Un día cayeron en la cuenta de que Josep llevaba viviendo en casa de Alba más de un mes. Él lo negó pero al llegar a casa de sus padres y abrir el armario de su habitación su ropa no estaba, la había llevado al piso de su novia. “Pues igual si que estamos viviendo juntos”, confesó a Alba nada más regresar al apartamento. Fue un paso involuntario aunque natural, cada día pasaban más tiempo juntos así que decidieron finalmente empezar una vida en común bajo el mismo techo. Josep presentó a Alba a su familia unos días después en la boda de su hermana y desde entonces los viajes y las escapadas de fin de semana se sucedieron.
Sin darse cuenta estaban más unidos que nunca. Josep era la pareja ideal para Alba. A ella le encantaba su positividad y optimismo. Era atento y cariñoso, y ambos habían aprendido a quererse con sus virtudes y sus defectos. Josep era capaz de calmarla cuando estaba nerviosa y siempre la decía: “las cosas buenas llegan porque nosotros las provocamos”. Para Alba, Josep era el hombre de su vida.
Apenas un año después de aquel 19 de febrero, la pareja empezó a plantearse dar el paso y casarse, tanto que hasta contrataron una wedding planner y comenzaron a gestionar los preparativos del enlace. Sin embargo, Josep no quería que nadie supiese nada y no dejaba a Alba que desvelase su secreto.
El 10 de julio de 2012 era el cumpleaños de Alba. Josep quería sorprender a su chica y la llevó a cenar al restaurante del Gran Hotel La Florida en Barcelona, donde apareció con un precioso ramo de rosas blancas que dejó a Alba con la boca abierta. La velada fue maravillosa y cuando estaban a punto de servir el postre dos camareros ataviados con un traje y corbata negros aparecieron con dos dulces. En cada uno de ellos había un vela, uno llevaba un dos y el otro un ocho.
“Felicidades Alba”, le dijo su chico mientras sacaba su iPad. “Necesito que sepas que hoy quiero cerrar un círculo”, continuó, “quiero hacer las cosas bien y para ello te pido, por favor, que te cases conmigo en el día de tu cumpleaños”.
En ese momento, encendió la pantalla del dispositivo y ante los ojos de Alba apareció un precioso anillo de Tiffany´s. Ella no quería anillo de compromiso porque en el quirófano del hospital le harían quitárselo constantemente. “El anillo no podía faltar y por eso te lo he traído”, dijo Josep entre risas. Alba le dijo que si en ese instante y se besaron. “Ahora ya puedes contar que nos casamos, ya hemos tenido nuestro momento que era lo más importante para mí”, concluyó Josep emocionado.
Alba y Josep decidieron darse el “sí, quiero” el 22 de junio de 2013 pero aunque en su historia haya un colorín colorados, su cuento aún no ha acabado.
Desde Cuentos de Boda queremos darle las gracias a Alba y Josep por ser una pareja tan encantadora y también por confiar en nosotros. Ha sido un experiencia genial trabajar para ellos, sobre todo al ver la ilusión y el cariño de Alba (que además es la autora del blog “Historia de una boda real“, muy recomendable para futuras novias 😉 ) . Eres estupenda y Josep se ha llevado un tesoro contigo :DD.
Ahhh, os dejamos también la foto del día de su boda con la mesita de su historia que crearon y donde estaba bien colocadito su miniCUENTO #nosencanta!!
(Texto: Bárbara Cervigón/Ilustración: Isabel Muñoz)
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